En el post de esta semana nos ponemos intensas, hablamos de relaciones, de amor, de amistad, de quererse. Haremos una línea de posts sobre el amor romántico y este es el primero. Creemos que es muy importante tratar este tema porque nos afecta desde muy pequeñas en nuestras relaciones.
Con el feminismo valoramos todo lo que nos rodea, todo aquello con lo que vivimos y averiguamos que muchas de nuestras prácticas vienen impuestas por un patrón socialmente normalizado. En nuestras relaciones con los demás se plasman todas estas imposiciones que, aunque muy presentes, son fáciles de pasar desapercibidas.
Hoy analizaremos las características que presenta una persona dependiente emocionalmente de otra, cómo se beneficia de ello el amor romántico y cómo podemos evitarlo. Este post, aunque está muy ligado a las relaciones amorosas, es aplicable a todo tipo de relaciones afectivas. Por lo tanto, cuando nos referimos a relación durante todo este escrito nos referimos a relaciones tanto amorosas como de amistad u otro tipo.
Características de la dependencia emocional
La dependencia emocional es un tipo de «apego» en el que se tiene un miedo, que no cesa, a la separación respecto a otra persona. Una necesidad de aferrarse a otra de manera excesiva que produce en la persona que lo padece un estado de inquietud, alerta y temor a la desprotección. Todo esto genera un seguido de demandas afectivas que buscan satisfacción mediante las relaciones interpersonales estrechas.
Estas situaciones generan diferentes tipos de situaciones:
- Incapacidad para poner límites en una relación: aceptar comportamientos que no son de tu agrado para contentar a tu pareja. Pasar por alto comportamientos bajo la premisa «ella/él es así» para mantener la relación, normalizando totalmente la situación en la que te ves sometido/a.
- Miedo al cambio: no atreverse a probar cosas nuevas más allá del circulo de supuesto «confort» con tu pareja.
- Renuncia a los propios ideales: no dar tu opinión para no discutir con la otra persona, considerar que esa persona tiene razón y tú estás equivocada. Negar tus propias convicciones ante las ideas del otro. Pasar por alto y permitir situaciones que tú misma criticarías sólo porque las realiza esa persona concreta.
- Chantaje emocional: dejar de hacer cosas que te hacen feliz para hacer feliz al otro o porque la otra persona las considera estúpidas. LOS CELOS NO SON MANIFESTACIONES DE AMOR, solo remarcan la necesidad de sumisión y apropiación de la otra persona.
- No tener capacidad para parar: bloqueo ante la posibilidad de dejar de tener esa relación, no ser capaz de dejar la relación «porque no puedo, porque le quiero«. Situación que desencadena en ansiedad y súplica en el momento en que la relación acaba.
- Descentrar el foco de tu vida: considerar como propios los problemas de la otra persona. (¡Ojo!, con esto no queremos decir que no te intereses por alguien a quien quieres, pero hay un límite: no puedes preocuparte tú más por las cosas del otro que por las tuyas propias).
- Idealización: considerar que todo lo que haga el otro está bien, no reconocer lo malo de tu relación o de la persona con quien la compartes, o no ver tan tan mal lo que está realmente mal.
- Empeño en gustar: necesidad de que la otra persona te cumplimente.
- Falta de autoestima y autorrealización personal: no poder pasar tiempo sola, quererte en la medida en que te quieran y no como a un ser individual e independiente.
- Aceptar menosprecios: que la persona con la que compartes una relación no valore lo que haces, menosprecie tu trabajo, tus gustos, etc. Desde menosprecios evidentes (insultos, infravaloraciones) hasta menosprecios poco perceptibles, por ejemplo, que unx amigx te haga sentir mal por no quedar con él/ella cuando es argumentable que tienes un examen, que no te encuentras bien, que no te apetece, etc.
Influencia del amor romántico
El amor romántico es un modelo de amor sustentado en una sociedad patriarcal. Es una construcción social, política y cultural que dirige al ser humano hacia un modelo de relación amorosa: monógama, binaria y exclusiva. Con esto se perpetúan las relaciones de poder y de desigualdad.
¡Cómo no! El patriarcado tiene que aprovecharse de cualquier situación en la cual la mujer pueda estar sometida. La mujer en las relaciones amorosas que se establecen socialmente mediante la educación, la cultura, entre otras, vive en una construcción del amor semejante a una cárcel amorosa: la mujer da su afecto y atención emocional a cambio de supuestas expresiones de amor que crean dependencia emocional.
Desde muy pequeñas se nos enseña el camino que debemos seguir. El matrimonio es presentado como una felicidad totalmente idílica. Valoremos cuántas veces se nos ha intentado inculcar la idea del amor a primera vista, la necesidad de sacrificarte para demostrar el amor hacia otra persona, la necesidad de encontrar tu mitad, la necesidad de poner la vida del otro por delante de la tuya, la creación de expectativas como la de encontrar a alguien perfecto con el que tengas todo en común, que sólo vas a amar de verdad a una persona en toda tu vida, etc.
Todos estos enunciados son fomentados por el amor romántico y pueden generar una dependencia emocional muy seria que conllevaría a todas las situaciones anteriormente mencionadas que acabarían con la esencia de la persona que las sufre.
Mecanismos de control
No es fácil desligarse de todo esto. El feminismo nos ayuda a ver estas situaciones, pero poderlas controlar en tu vida es un paso que va mucho más allá y requiere mucho más esfuerzo. Estamos en un proceso de aprendizaje constante y el feminismo nos tiene que ayudar a tendernos la mano entre nosotras, a sacarnos de las relaciones tóxicas que tenemos en nuestra vida, sean de amistad, sean amorosas.
El primer paso, evidente, es reconocer el problema. Saber que no eres tú misma, que tu relación no es perfecta y que no te aporta lo que debería. Debemos aprender a amar en libertad, debemos deconstruir esa idea de que puedes querer a alguien indefinidamente sin que las cosas cambien. Debemos aprender a amar de manera sana, ayudar a crecer a tu pareja y a compartir con ella, entender que sois dos individuos, no dos mitades.
Cuidar tu bienestar mental es muy importante. Es muy fácil dejarse llevar y acercarte a la persona que te gusta sin poner límites, debemos encontrar un intercambio recíproco de afecto real, no de toxicidad ni dependencia, no necesitas de nadie más que de ti misma.
Debes aprender a ser una persona autónoma, a buscar estímulos externos a tu relación que te hagan feliz, que te hagan crecer, que te hagan quererte más a ti misma sin necesidad de otra persona que lo haga por ti. Por esto, es muy importante cultivar el amor propio antes de empezar una relación, sobretodo amorosa, aprender a convivir contigo y entender que tú eres completa por ti sola.
No dejarte infravalorar es una consecuencia de todo ello, entender que tus problemas son importantes. Que un amigo, una pareja, que no se interese por ti está aprovechándose de tu tiempo, de tu deseo de que la relación funcione bien, para su propio beneficio. No puedes permitir que sus problemas sean más importantes para ti que para la propia persona que los tiene. Entender que tu ilusión por las cosas no es una estupidez, que no hay nada más bonito que ver a alguien a quien quieres sentirse bien y crecer a tu lado. Aprender a querer a tu pareja libre y aprender a compartir su felicidad aunque ésta la consiga haciendo cosas que a ti no te gustan, es su vida, no la tuya, no la puedes controlar.
No es fácil, como hemos dicho, pero poco a poco, si te sientes así con alguien a quien tienes en tu vida, a medida que seas más tú y crezcas individualmente podrás echar a estas persona de tu vida y construir relaciones afectivas que realmente sean sanas, maduras y te hagan ser feliz.
Si sufres este tipo de relaciones y no sabes a quién acudir, nosotras siempre estaremos aquí, para nuestras amigas, para nuestras compañeras. Juntas podremos destruir los fundamentos que construyen esta cultura podrida de amor romántico, para concebir nuevas formas de interaccionar con personas que nos consideren iguales y que sepan querernos, porque el amor bien dado: no duele.
«El día que una mujer pueda no amar con su debilidad, sino con su fuerza, no escapar de sí misma, sino encontrarse, no humillarse, sino afirmarse, ese día, el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal»
Simone de Beauvoir